lunes, 26 de septiembre de 2011

José Revueltas, escapar a todas las jaulas


José Revueltas, escapar a todas las jaulas

Por René González

La Cárcel de Belén y la Penitenciaría de Lecumberri ya no son prisiones, y las Islas Marías no tienen barrotes sino muros de agua, pero la obra de José Revueltas sigue siendo un mapa esencial para reconocer esos apandos donde Dios es una palabra imposible.

¿En que prisión no penó José Revueltas? Penó pero no erró, para las generaciones siguientes su camino es un trazo cardinal hacia las libertades. La izquierda después de Revueltas y 1968 será libertaria o no será.

Vigilado y castigado por un régimen opresor y cobarde ante las ideas, hoy José Revueltas es un hilillo de esperanza para una sociedad que en su conjunto se asfixia en una gran jaula.

Su literatura pormenorizó el infierno en la tierra: la condición humana, la realidad social, las contradicciones económicas del tránsito poblacional a la urbe, los desvíos y desvaríos de los falsos salvadores, el autoritarismo disfrazado de revolución, la fragilidad de la letanía ideológica y particularmente el gran absurdo de la reclusión de los hijos de una sociedad de por sí recluida en la explotación del hombre por el hombre.

La cárcel no está en las rejas, las bardas infranqueables, en la torre dónde un guardia con rifle de mira telescópica dispara al bulto, en los custodios subordinados a la mafia, en las corruptelas de los mandos, en las suites de lujo para los peces gordos, en el infierno para quien no puede comprar seguridad. La cárcel está en la cancelación del presente y el futuro para los jóvenes de un país entero. 70% de los reos hoy en día son jóvenes.

La cárcel como la extensión de una sociedad extraviada -como escribió Michel Foucault-, en una cita que incluso puede explicar el México de hoy en día:

En esta sociedad panóptica de la que el encarcelamiento es la armadura omnipresente, el delincuente no está fuera de la ley; está, y aun desde el comienzo, en la ley, en el corazón mismo de la ley, o al menos en pleno centro de esos mecanismos que hacen pasar insensiblemente de la disciplina a la ley, de la desviación a la infracción. Si bien es cierto que la prisión sanciona la delincuencia, ésta, en cuanto a lo esencial, se fabrica en y por un encarcelamiento que la prisión, a fin de cuentas, prolonga a su vez. La prisión no es sino la continuación natural, nada más que un grado superior de esa jerarquía recorrida paso a paso. El delincuente es un producto de institución.[i]

Revueltas cayó en prisión por sus ideas y praxis política: desde casi un niño (a los 14-15 años), siendo menor de edad cuando lo enviaron por primera vez a la cárcel de máxima seguridad en ese entonces: las Islas Marías, y en los días del post- 68 cuando fue acusado por el Ministerio Público de ser “autor intelectual” del movimiento estudiantil y popular que conmovió a México.

Revueltas no obstante, jamás fue producto de instituciones deslegitimadas, sino de su crítica demoledora a las mismas. El delito de Revueltas era pensar diferente.

En el prólogo del libro “México 68: Juventud y revolución”[ii], que recoge los textos escritos por José Revueltas durante los meses de aquel movimiento y mas tarde durante su reclusión en Lecumberri, Roberto Escudero rememora:

“Era muy común para los participantes en el Movimiento del 68 que llegaban a la Facultad de Filosofía y Letras, observar a José Revueltas escribiendo, a cualquier hora del día o de la noche, en un escritorio que también, muy frecuentemente, le servía para tenderse en él y dormir y descansar algunas horas.”[iii] Así tenemos que muchos años después durante el movimiento de 1999-2000, en el mismo claustro algunos estudiantes reparaban en los lugares dónde Revueltas escribía sus manifiestos, como inspiración espiritual a los análisis de “la nueva coyuntura” en el nuevo movimiento.

Ahí en la Ciudad Universitaria asediada por el Ejército y la Policía estuvo el Revueltas poeta, escritor, y también el Revueltas activista y militante, el que redactó el orden del día de la asamblea, el plan de acción, la ruta de la brigada, el volante.

Nunca fue Revueltas el escritor de la torre de marfil, por el contrario surgió a ras de la calle, desde el cuadrante de la Soledad del sub-centro citadino. En aquellas notas del 68 mexicano encontramos la puntualización concreta acerca de la No Justicia que imperaba en nuestro país en el régimen priísta, y puede decirse impera en el actual régimen panista:

“La tosca, la burda, la torpe, la paupérrima, la miserable, la desdichada lógica del Ministerio Público, no es, a su nivel, sino la versión maltrecha de la lógica enajenada en que se sustenta la dictadura política que el país padece.”[iv]

A contracorriente del sistema político y de su extensión: la cárcel para la disidencia y las nuevas generaciones, a contracorriente de la No Justicia en ministerios públicos de pacotilla, José Revueltas alumbró el pensamiento de las transformaciones.

El militante y preso de conciencia no cayó en el martirologio, sino en la defensa intelectual de la justeza de su lucha, y de la perspectiva de un futuro diferente. Jocoso, sobre alguno de los múltiples juicios de los que fue objeto, recuerda que en una audiencia dijo:

“Son tan banales y tontas las acusaciones que me lanza el Ministerio Público que resultaría ocioso repetirlas aquí. En alguna de ellas, por ejemplo se me acusa de usar barba. Se dice: `Alguien que llaman maestro Revueltas, que en la Facultad de Filosofía y Letras dio una conferencia sobre la autosugestión (así, literalmente, en lugar de autogestión), usa barbas y además habló de un personaje legendario, el Tlacatlecuhtli, al que comparó con el Presidente de la República´ (…)”[v]

Recomiendo fraternamente la re lectura de José Revueltas, uno de los contados autores mexicanos que no sólo centró su esperanza en la juventud, sino que luchó codo a codo con los muchachos para cambiar el régimen, para abrir todas las celdas y dejar libre al pueblo de la gran jaula. Palabra y acción.

[i] Foucault, Michel. Vigilar y castigar. p. 184

[ii] Revueltas, José. México 1968: Juventud y revolución. México, Era, 1978.

[iii] Ibíd. p. 11

[iv] Ibídem. p. 272

[v] Ibídem. p. 274

Texto que forma parte de la columna Por la calle del desengaño que publico en Facebook.