lunes, 18 de abril de 2011

Un Día de las niñas y niños sin juguetes bélicos

Por la calle del desengaño*


Por René González

Cómo se establece en la Ciudad de México a través de la Ley de los Derechos de las niñas y los niños, en todo el país debería ponderarse el principio del interés superior de la niñez. “Este principio implica dar prioridad al bienestar de las niñas y niños ante cualquier otro interés que vaya en su perjuicio.”

En un país lastimado por la guerra fallida de Felipe Calderón, sus 35 mil muertos y su estela de odio, muerte y violencia, es impostergable desde el ámbito familiar, social y cultural emprender una campaña contra todas las formas en que se expresa y alimenta la violencia desde la misma infancia. Porque el interés superior del bienestar de la niñez debe estar por encima de cualquier negocio.

Las y los niños crecen mirando violencia en el hogar, la televisión y la escuela, y como regalo reciben un juguete que reproduce un arma de alto calibre…o un video juego dónde gana el que “mata” más policías.

Decir no a los juguetes bélicos significa concientizar a los pequeños sobre el rechazo a conductas agresivas. El 30 de abril se celebra el día de las niñas y niños, y que mejor momento para que se exhorte a las mamás y papás a no comprarles a sus hijos objetos que hagan apología a la agresión (pistolas, cuchillos, espadas de plástico, video juegos violentos) y mejor adquirir aquellos que ayuden a convivir o aprender jugando.

Algunos estudios sobre los juguetes, apelan a la necesidad de evitar la proliferación de juguetes bélicos para prevenir accidentes y delitos en los ámbitos familiar y escolar, y evitar el uso de juguetes que con imágenes o mensajes provoquen la imitación o el culto a la violencia. En un entorno social violento, las conductas agresivas pueden apreciarse como “normales” o “naturales” por los niños, y con mayor repercusión negativa si son los padres de familia quienes proporcionan juguetes que cultivan el odio.

En algunos países como Costa Rica o Argentina existen legislaciones precisas en prohibir incluso la producción de juguetes bélicos, no obstante sabemos que existe oferta porque hay demanda, y lo central es que en el ámbito familiar se erradique la compra de estos productos.

Además –como alternativa- sería importante se recupere el gusto por los juguetes tradicionales, de una gran variedad en México. Recordemos juguetes populares: matatenas, canicas, palitos chinos, juguetes tradicionales: balero, trompo, yo-yo, marioneta, juguetes didácticos: memoria, rompecabezas, armables de madera y otros como papalotes y títeres.

En el aspecto económico el resurgimiento de las empresas mexicanas del juguete tradicional, artesanal y popular sería un punto muy favorable para la generación de empleos dignos. No comprar juguetes bélicos que en su mayoría provienen del contrabando, favorecería a las pequeñas y medianas empresas del ramo.

Cabe señalar que “La industria del juguete en México está integrada por 80 empresas, 78 nacionales: 35 son medianas, con más de 250 empleados; 43 pequeñas, con entre 20 y 100 trabajadores; todas afiliadas a la Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (AMIJU), en cuyo padrón figuran las otras dos, trasnacionales, Mattel y Hasbro. Juntas generan unos 25 mil empleos. En un mercado de 2 mil millones de dólares al año, 60 por ciento es para empresas extranjeras; el resto se reparte entre los productores mexicanos. En los últimos 10 años, las empresas mexicanas del sector han sufrido una baja considerable. De las 320 empresas que existían en los años 90, hoy sólo quedan 80. Las denominadas PYMES del sector enfrentan una batalla en que "los recursos son escasos".[1]

En términos de construcción de ciudadanía, de la lucha que la sociedad civil emprende ya contra la violencia que corroe nuestro país, por la recuperación de los productores mexicanos del juguete tradicional, y sobre todo por el interés superior del bienestar de la niñez, la no compra de juguetes bélicos es una medida importante. Finalmente, las mamás y papás tienen la última palabra y la libertad de escoger un camino en la educación de sus hijos.

Considero que es vital hacer un gran esfuerzo social en muchos sentidos por desterrar desde ya la cultura de la violencia en la infancia, en la objetividad y también en la subjetividad.

[1] Eduardo Martínez Cantero en el artículo: Época del juguete.

* Por la calle del desengaño es el nombre de esta columna semanal que escribo en Facebook.

subrana@hotmail.com