lunes, 21 de junio de 2010

Hasta siempre Saramago y Monsiváis, Monsiváis y Saramago.



En menos de unas horas, dejaron de escribir pero no de existir, dejaron de existir pero no de escribir, dos imprescindibles de la creación contemporánea. El lusitano Saramago y el mexicano Monsiváis. Un hilo subterráneo los unificó: su gran capacidad de crítica de los abusos del poder, y su infinita imaginación para cuestionar todo tipo de dominación. Caminan ya en el mismo andén del mismo tren que habrá de dirigirlos a esa estación final, la cuál sintetiza la gran novela, la gran crónica y su mismo fin: la esperanza de alguna vez dibujar una sociedad mejor, una sociedad diametralmente diferente a la que ocupó hileras de párrafos en sus escritos. Hasta siempre a los escritores que la gente si reconocía en sus pueblos, en sus ciudades, aldeas y barrios. Hasta siempre a quienes siempre han estado cerca de la gente. Miles en los funerales, que por varias razones también fueron actos de congruencia e irreverencia.
Que lo fugitivo permanezca.
René González.